Un elemento clave en la historia del desarrollo científico y cultural español Antonio Baltar Domínguez (tercero en la foto, echado hacia atrás, con gafas) con un grupo de colegas del Pathologisches Institut de la Frauenklinik de Berlín, donde estuvo como pensionado de la JAE. En la historia del desarrollo científico y cultural español, los estrechos vínculos establecidos con la ciencia y la cultura alemanas durante la primera mitad del siglo XX constituyen un capítulo fundamental. Es sabido que algunos de los más relevantes intelectuales y científicos españoles del período se formaron en Alemania. Entre éstos, se encuentran, desde el filósofo español más emblemático, José Ortega y Gasset, pasando por Pere Bosch i Gimpera, el gran renovador de la arqueología española en las primeras décadas de aquel siglo, o el médico socialista Juan Negrín López, quien sería el último jefe de gobierno de la Segunda República. Todos ellos fueron pensionados en Alemania por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), la institución de apoyo científico española más significativa hasta la Guerra Civil. Para los máximos representantes de la Junta, como para las mentalidades progresistas de la época, la europeización se presentaba como alternativa global al subdesarrollo científico-cultural español. Esto explica su afán de conectar con la ciencia europea y de creer que la estancia sistemática en el extranjero era lo único que podía salvar al país [1]. Se esperaba que quienes tuvieran la oportunidad de viajar gracias al sistema de pensiones organizado por la JAE con la finalidad de aprender nuevos métodos y técnicas, a su vuelta los introducirían en los centros de enseñanza e investigaciones peninsulares.